2 de junio de 2008


Carta al PEC, por Holger García O.

Holger García O.
Presidente & Director
Centro de Liderazgo Misionero

Para mi padre, el estudio era la mejor herencia que me podría dejar, una buena preparación me daría muchísimas ventajas en en esta vida y desde luego que en cierta medida tenía razón. Pero nací con un alma inquieta, como todo el mundo, buscaba razones de vida, trascendentes. No podía aceptar la brevedad de la existencia humana. Pensar que un día, quisiera o no, tenía que partir de este mundo, me angustiaba sobremanera, no había día que no reflexionara sobre este trágico suceso, me parecía simplemente aterrador. En mi interior estaba en una prisión. El Salmo 107 lo describe así: “Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en aflicción y en hierros…”

Me preguntaba si habría alguien en este planeta que me diera una repuesta esperanzadora al respecto. Debía estudiar, así lo establecía el sistema, también era el deseo bien intencionado de aquellos que me amaban, pero consideraba efímero que veinticinco años tuviera que dedicarlos a una buena preparación, la tercera parte de mi corta y breve vida, para enfrentar las otras dos terceras partes. ¿Qué sentido real tenía esto? Entre los humanos no había respuestas y si existía un Dios, sólo Él podía tenerlas.

Jamás nadie me dijo que era posible prepararme en una forma segura para la eternidad. Nunca antes leí Eclesiastés 3:11: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.”Ahí estaba el “quid” del asunto: Dios había puesto en mi interior, la imperiosa necesidad de buscar, sin tregua, las respuestas a las grandes interrogantes de la vida y sólo él podía hacerlo. En el Evangelio de Juan, Jesús dice: “De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”.

Jamás me llenó la explicación de la evolución. No podía aceptar, que yo mismo, pudiera ser el resultado azaroso de un proceso evolutivo. El diseño de mi propio ser era demasiado complejo para darle mérito a la “sinrazón”. Alguien venido realmente de arriba debía explicármelo. Pero, ¿quién, de veras, había venido de arriba?

Me considero altamente afortunado de haber invitado a mi corazón al Resucitado, y de haber recibido de Él las respuestas que necesitaba, “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Mi lógica me dice hoy que debo trabajar por lo que no perece, “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará”. Si mi padre terrenal buscó lo perfecto para mí y se esmeró por darme la herencia más excelente y no dejarme desprotegido en el futuro de la vida, Dios -- que es un padre sabio y amoroso, fielmente desea legarme lo mejor, ¡acataré entonces su magnífico consejo y buscaré gloria eterna!

5 comentarios:

Unknown dijo...

Es increíble comprobar como todos, de alguna manera, buscamos RESPUESTAS a las mismas interrogantes de la vida.

Creo que DIOS "instaló" estas interrogantes para buscar más de ÉL; para tener COMUNIÓN con ÉL. Es como tener HAMBRE y SED; si la manifiesto es para buscar COMIDA y AGUA para satisfacer mi CUERPO.

También me considero un PRIVILEGIADO de que EL SEÑOR se fijara en mí.

Gracias Holger por recordarnos estas VERDADES de DIOS. DIOS TE BENDIGA.

MARANATHA
Maximiliano

Anónimo dijo...

Si gastamos un tercio de vida física en prepararnos para los otros dos tercios, no podemos dejar de reparar en el hecho de que 80 ó 90 años de esa misma vida son los que nos prepararan para la eternidad. Un plazo absolutamente insignificante, comparado con la envergadura y profundidad de lo que significa la vida eterna en el espíritu, pero plazo suficiente para aprender a depender de Dios y colocar nuestro destino en Él.
Ya ven que seguimos creciendo. Es una bendición que nuestro Director Nacional haya aceptado escribir en nuestro blog.

en honor a la verdad dijo...

Comparto plenamente el hecho de que la vida es una preparación para cosas que deben mirarse desde otra perspectiva y que demandan de nosotros una preparación que no es habitual en cualquier quehacer de la vida diaria.
Agradezco sinceramente a Holger por su tiempo, dedicación y cariño plasmados en su tema.
Es una bendición para este Blog, como lo han sido cada uno de los expositores y como creo lo serán cada uno de los que vengan en las próximas semanas.
Dios les bendiga.
Andrés Espejo.

Anónimo dijo...

Fuimos diseñados por Dios con esa esencia, preguntarnos todo. Desde nuestros primeros balbuceos ¿papá por qué anda el auto? ¿mamá cómo vuelan los pájaros? etc. Y en la medida que crecemos, nuestra necesidad de preguntarnos y respondernos todo, se hace obsesivo… Más aún cuando las preguntas espirituales no logran ser resueltas debido a nuestra carnalidad, aunque con un profundo trabajo en oración todo puede ser resuelto…Satanás acecha y no se cansa de obnubilar nuestra mente y convicciones, pero como se que está derrotado…sonrío.
Bendiciones y muchas gracias por el tema, sobretodo por recordarnos que existen versículos tan hermosos como Eclesiastés 3:11.

Marcelo Cubillos

Anónimo dijo...

"Alma inquieta en busca de algo"

Así era mi alma, inquieta, sin dirección, buscando en lugares donde no había respuesta.
Gracias Olger por sus palabras que nos recuerda quien es nuestro Padre que nos formo y sabe todo de nosotros. Nuestro Padre que un día nos miro y algo le agrado y nos llamo a su reino eterno.
Pienso que Dios es nuestro formador, nuesto educador.
Recordar este versículo de Eclesiastés 3:11 donde en este tiempo aquí en la tierra no alcanza nuestra mente a entender todo lo bien que nos hace Dios.
Muchas Gracias Olger que Dios le Bendiga y por su puesto a su familia también.

Janet Quiroz Cordero.

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