15 de septiembre de 2008


SI HAY QUE SUFRIR… ¡SUFRAMOS!

Por Loreto Tabilo
PEC Providencia

“Ver que cada día se cometen injusticias, que los amores se ven traicionados y que la desesperanza es nuestra compañera se han tornado más habituales de lo común. Pero cuando esas injusticias, traiciones y destemplanzas se vuelven contra nosotros, todo, absolutamente todo se priva de trascendencia… de eternidad. Los miedos, las dudas y la negación gobiernan nuestras decisiones más inmediatas y traer luz a nuestra conciencia es cada vez más difícil ¿Cómo vencernos?”

Estoy viviendo una situación laboral un poco dramática, llena de injusticias por donde se le mire, es tan obvio que la incertidumbre a todos los que trabajamos allí, no importando los años de lealtad y servicio, nos tiene al borde de la división, de la venganza, de la decepción y la desazón, y me incluyo. La cordura escasea, ni hablar de tolerancia o de esperanza… ¿cómo el dolor logra desarticularnos de esa manera?, ¿cómo es que la fragilidad en ciertas relaciones queda en evidencia?, ¿cómo es posible que sienta que nos meten el dedo en la boca?, ojo que no estoy haciendo ningún tipo de juicio, sólo explicito lo que es un secreto a voces... lo que experimento en aquel lugar donde Dios me permite ser feliz y colocar al servicio el don y talento perfectible que atesoro y agradezco.

Pero como en cualquier ámbito y relaciones de nuestra vida uno nunca deja de ser cristiano(a), por más que se nos salga el deseo innegable de hacer justicia, de cuestionar abiertamente decisiones, valores y éticas, y probablemente no de la mejor manera… es aquí que debo mirar el vaso medio lleno, el lado B del asunto. Sin duda esta situación es muy dolorosa, primeramente porque creo plenamente en que las instituciones las hacen las personas, su esencia y compromiso, y cuando esos elementos son desarraigados injusta y violentamente no puedo dejar de pensar en la ilegalidad de todo esto. Segundo, la indignidad en las formas, en el trato… hasta el punto de sentir que a nadie le importas como profesional, solo que seas parte del “negocio”

Es aquí cuando me hace sentido lo que un escritor cristiano dice: “—al vernos enfrentados al dolor— un poco de valentía ayuda más que mucho conocimiento; un poco de comprensión, más que mucha valentía, y el más leve indicio del amor de Dios, más que todo lo demás.” (C. S. Lewis.)
Y es que la diferencia gravitante que marca nuestras vidas tiene nombre de Salvador, quien nos redime de cualquier clase de inmoralidad y con mayor razón de la propia. Es el Señor con su extraordinario poder quien toma el control de nuestras vidas y eso incluye nuestras circunstancias, relaciones y posiciones.

Y es que así cualquier tipo de prueba cobra otro giro, sobre todo mirada desde la óptica espiritual, desde ese lenguaje que sólo nuestro hombre y mujer interior es capaz de hablar y leer.

Santiago 1:2-4
Hermanos míos: considerad un gran privilegio siempre que os veáis involucrados en toda clase de pruebas; porque sabéis muy bien que la prueba de vuestra fe produce una constancia a toda prueba. Y dejad que esa constancia alcance su plenitud haciéndoos perfectos y completos y en nada insuficientes.

El Señor me invita y te invita a comprender in situ el significado de nuestros dolores, preocupaciones y pruebas. Debemos sentirnos felices cuando pasemos por toda clase de dificultades… como lo leen… felices. Habrán pruebas en que el dolor y las desilusiones tratarán de quitarnos la fe, de robarnos aquellas promesas que con tanto anhelo esperamos verlas cumplidas a cabalidad en nuestras vidas y dudar de quién sustenta todas las cosas. Pero vendrá también aquella clase de pruebas “seductoras” que tratarán de inducirnos, punzarnos e incluso alentarnos a deponer nuestro caminar hacia la plenitud de Cristo. Pero ojo, que nada de eso nos viene para hundirnos, sino para PERFECCIONARNOS, haciéndonos por medio de la experiencia, idóneos para la labor y el servicio que Dios tiene para cada uno en lo particular. Segundo para COMPLETARNOS, de manera que vivamos el día a día en forma vencedora y así, dicho sea de paso, estructurar nuestro carácter como el de Cristo. Tercero hace que nada sea INSUFICIENTE, desplazando nuestras debilidades y ayudándonos a conquistar territorios subyugados al pecado, de forma que cada día nuestro hombre y mujer espiritual se vea fortalecido(a), capaz de afrontar cualquier otra circunstancia. Finalmente incluso CORONARNOS…


Santiago 1:12
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.







¡Feliz el que se enfrenta con la prueba con firme constancia! (Nótese que nuevamente escribí Feliz) Porque cuando haya dado muestra de su auténtica valía, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a los que le aman. ¿Qué difícil prueba de amor?, ¿qué difícil ejercicio de paciencia?, esa que merma en aquellos días de desasosiego. Pero saben, hay una recompensa en nuestro pesar, Dios lo señala claramente, una CORONA. Corona que se les reserva a los reyes, de metal refinado para aquellos que merecen la distinción y el reconocimiento. Un emblema de honor y dignidad. Honor de que el Señor pelee la batalla por nosotros y nos haga vencedores, victoria que el resto no puede ganar. Y dignidad porque Dios nos regala la maravillosa oportunidad de vivir una nueva clase de vida mediante Jesucristo, una VIDA EN ABUNDANCIA.

1° Pedro 1:6-7 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.


Entonces, si el sufrimiento, las preocupaciones, es decir las pruebas son buenas, ¿no deberíamos buscarlas con afán, en lugar de evitarlas? Todos estamos de acuerdo que ni el dolor, el tormento, el desasosiego no es bueno en sí. Lo bueno de cualquier experiencia, para quien lo experimenta, es su abandono en la voluntad de Dios, y para los espectadores, la compasión que despierta y los actos de misericordia a los que conduce.

2º Corintios 4:17-18 “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros una cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.

No olvidemos tener una actitud apropiada, reconociendo que en las pruebas, por más dolorosas que estas sean nos podrán hacer acreedores de una terrible desazón y temor; o de la madurez y la sabiduría necesarias para que, combinadas con la fe y la autoridad que Dios nos dio, enfrentemos cada día y su afán como lo que son, la oportunidad de honrarle y de ser perfeccionados de gloria en gloria.


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