28 de mayo de 2008


LEALTAD EN CONFLICTO

Por Alejandra Gómez.
PEC Distrito Providencia.


Cada uno de nosotros lucha con una lealtad en conflicto; amamos a JESUCRISTO, pero nos distraemos con facilidad por la seducción de nuestra naturaleza pecaminosa interna, y con la presión de las circunstancias externas.

Estas voces que nos llaman compiten para tomar un lugar en nuestras vidas y se posesionan con toda autoridad entregada claro por nosotros mismos ganando un espacio importante y comenzamos a sentir que nuestra fe en DIOS es poco poderosa para sobrellevar el peso de las dificultades familiares, conflictos, presión en el trabajo, emociones que nos confunden en nuestro día a día.

Tal y como se ve naturalmente tenemos tantos temores, que podríamos pasar mucho tiempo enumerándolos y probablemente aparecerían otros. Entonces:

¿Cómo manejar los temores que nos pueden hundir?
¿Cómo podemos ir tras Jesucristo sin ser distraídos por el mundo?
¿Cómo podemos seguirle con todo el corazón?


Es necesario que nos presentemos tal y como somos, en la presencia de Dios. Allí de rodillas, mirando mi rechazo y con un gran deseo de santidad. Tan pronto esto suceda Cristo se encargara de quitar el pecado.

¿A caso las circunstancias te han hecho vivir con temor?

Sí, verdad. Muchas veces determinan nuestro caminar, pero sabes, Dios esta de nuestro lado y nosotros del suyo, por lo tanto somos más que vencedores, por medio de Jesucristo.
Él probó que su amor interrumpe la devastación del pecado, rompe el proceso, el amor de Dios es traído a la situación y cambia todo.

¡Dios no está limitado por las circunstancias!


Cuando Dios habla al corazón, Él provee. Nuestra responsabilidad es creerle a ÉL. Le pertenecemos porque nos creó, pero también porque nos redimió. Jesucristo puede calmar las tormentas y a la vez guiar en medio de ellas.

“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Filipenses 4:6-7

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