9 de junio de 2008


Revelación de DIOS en mi vida




Por Maximiliano D. Crossley O.
PEC Providencia





En la medida que he ido creciendo y madurando física y espiritualmente, El Señor me ha ido enseñando que la revelación de su Palabra en mi corazón ha sido la principal impulsora de extraordinarios cambios - Gálatas 1:11-12: “No lo recibí ni aprendí de ningún ser humano, sino que me llegó por revelación de Jesucristo”. Esto de la revelación voy a graficarlo con un ejemplo que cambió mi vida: “A la edad de 18 años, cuando comenzaba a disfrutar la ternura y el amor que sentía y expresaba mi papá hacia mí y nuestra familia, bruscamente fallece en un accidente vehicular. No entendía nada, veía como mi más grande anhelo se desplomaba sin que alguien me explicara el porqué de este sufrimiento que desgarraba a mi familia…eso de mi grande anhelo era una oración diaria y constante desde muy pequeño, en la que le clamaba a Dios “que mis papás y hermanos nunca murieran”. Como a dos meses del fatal accidente, y a la sazón de que todos mis hermanos vivían fuera de casa, asumí “voluntariamente” y sin discusión que debía ser aquel que sostuviese, al menos, emocionalmente a mi mamá. A raíz de esto, y con el paso de los años, mi corazón fue consumido por la nostalgia de una vida bella antes primera y frustración de orfandad - Proverbios 14:10a: “Cada corazón conoce sus propias amarguras”.

Meses antes de cumplir 26 años recibí a Cristo en mi corazón. A partir de esta sobrenatural experiencia mi vida fue transformada… ¡ha sido el hecho más extraordinario que haya vivido! Créanme cuando les digo que este acontecimiento cambió positivamente mi vida. Con el tiempo escudriñé en su preciosa Palabra y entendí que DIOS, literalmente, se había revelado en mi vida y, específicamente, en mi corazón. En ese momento tan especial vi al Señor Jesús acercarse a mí, acariciarme tiernamente y decirme: “Hijo mío, este momento lo anhelé por mucho tiempo. Te amo y mi amor por ti es eterno” a lo que respondí: “Señor, por favor, no te vayas…sigue regaloneándome…no quiero que te vayas”; pero El Señor me dijo: “Te amo y nunca voy a dejar de hacerlo, pero hay otros que esperan por este momento, así como tú. Nunca te dejaré y te prepararé con propósitos eternos que aún desconoces”. Con el tiempo entendí que el vacío en mi corazón tenía la forma de CRISTO. Aún ante esto, mi ser siempre requerirá que, así como la arcilla, El Gran Alfarero moldee y desarme una y otra vez su Obra en mí - Salmos 57:7: “Firme está, Oh DIOS, mi corazón; firme está mi corazón. Voy a cantarte Salmos”.

MARANATHA (El SEÑOR está por venir… ¡Creámosle!)

Design by Dzelque Blogger Templates 2008

CENLIMI Providencia - escríbenos: cenlimiprovidencia@gmail.com