22 de diciembre de 2008


Reacciones de un Niño

Por Belén Hevia M. PEC Providencia


Esta historia está basada en hechos reales, (escrita en el 2006) sin embargo, los nombres de los protagonistas han sido cambiados, para resguardar su intimidad…
Pero, si conoces a los integrantes de este ministerio, no será difícil que los descubras…


Cada Sábado, de cada día del año, trabajo en el ministerio “Reino de los Cielos”. Otro día te contaré la causa de éste nombre.

La semana recién pasada sentí que debía hablarles a los niños sobre la Segunda venida de Cristo. ¿Porqué tratar con niños de nueve, diez y once años este asunto? Ya lo descubrirás. Lo que importa en este instante, es que el día de ayer estuvo protagonizado por la profecía... Bueno, en parte.

A la hora de la reunión, mejor dicho, pasados varios minutos de ésta, sólo llegaron tres niños. Y Camilo no estaba. Cuando diseñaba la temática, había pensado en él... Quise postergarlo para la próxima semana, pero alguien en mi interior me dijo: No, el día es hoy. ¿Te imaginas quién? Suspiré. Y aunque sentí un poco de pena y rabia por el tamaño del grupo, había que perseverar.

Les confeccioné una línea del tiempo con todos los hechos importantes

Hice la exposición muy enérgica. Utilicé mucha expresión facial y corporal, junto a variados juegos de voz. Realmente me transformé. Aunque al comienzo los niños estuvieron muy inquietos, lograron concentrase, y estar expectantes a la exposición. Sin embargo, al inicio, en el momento que les comentaba sobre los acontecimientos mundiales que indican que el Señor viene pronto, es decir, muy pronto, podría ser incluso en los próximos cinco minutos, según les mencioné; algo sucedió.

De repente, Tomás y Romina dieron un brinco y exclamaron:

-¡No! ¡No quiero que venga ahora! -.

Coty quedó helada. No pronunció palabra.

Romina afirmó: -¡Me da miedo!-.

Tomás entonces dijo: - No alcanzaré a casarme con “la Poly”... ¡Tengo una vida!, ¡Qué injusto!

Seré sincera, contuve mi risa. Enseguida, me conmoví.

Sus rostros expresaban total decepción. Era como si de pronto alguien hubiese roto todos sus sueños.
Me imagino que Tomás inmediatamente vislumbró su carrera de futbolista... destrozada. Su sueño de casarse y darle “un besito” a la niña que le gusta, hecho pedazos. Y la cantante Romina nunca llegaría al escenario.

Luego, vino la angustia. El temor a lo desconocido.

¿La segunda venida de Cristo significaba que nos matarían y de repente estaríamos en el cielo? ¿Y el 666? ¿Qué pasaría con los familiares, con los amigos del colegio, y con nuestras mascotas? ¿Tendremos alas? ¿Y los niños pequeños? ¡Hoy tendré pesadillas contigo!


Todas estas palabras fueron señaladas por los niños, como un disparo. Entonces, me armé de paciencia (y alcé mi voz) y comencé a describir suceso por suceso, lentamente, con un tono terrorífico, de los típicos de esas historias que se cuentan en las noches oscuras. Hubieses visto sus ojos...

¡Que sádica! Podrás pensar mientras lees estas líneas. ¿Cómo se te ocurre asustar a pequeños de diez años? Ponme el nombre que gustes, pero si comparto esto contigo es para descubrir una importante verdad.

Me deslumbra la espontaneidad y sinceridad de los niños.

Me espanta la rigidez de los adultos.

Me impresiona la reacción de Tomás.

Me identifico con él. Te lo confieso. Quizás tu sientas algo parecido.

El no pensó en lo maravilloso de estar con Dios. Inmediatamente vio que sus planes no se realizarían, que su voluntad se congelaría. Y eso no le gustó. ¿Te parece familiar?

Me pregunto, ¿qué sentirá Jesús con esto? Una reacción de este tipo es esperable en un niño, ¿o no lo es? ¿Y en un adolescente? O, mejor dicho, ¿en un adulto “maduro”?

En ocasiones pensamos que, el cumplimiento de la voluntad de Dios producirá que parte de nuestros sueños nunca lleguen a hacer el anhelado traspaso de identidad, dejando una huella de tristeza en nuestra alma.


En eso recuerdo:

“La voluntad de Dios es agradable y perfecta”.
“Deléitate asimismo en el Señor y el te concederá las peticiones de tu corazón”.


Dios no se equivoca. No juega contigo. Y para quien disfruta en estar con Él, su voluntad siempre será un agrado...(aunque a veces dudemos).

Al continuar narrando los hechos que vendrán, pude percibir como poco a poco aumentaba en los niños su conciencia respecto al privilegio de ser Hijos de Dios, y de la responsabilidad que esto trae consigo.

No puedo olvidar la oración final que hizo Tomás:

- Señor, te pido para no tener pesadillas en la noche y que ninguno de los que estamos acá las tenga. Te pido para que mi tío te conozca, mis primos, mis familiares, mis compañeros del colegio, la Poly (y que se case conmigo) y mi perrito y gatito, Amén.

¿Qué conversarías tú con Dios?




Fotos Gentileza: Getty Images ®

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