12 de mayo de 2008


¿Sí o No?

Como cristianos defendemos el concepto de que lo bueno seguirá siendo bueno aunque pocos lo acepten y lo malo será siempre malo aunque muchos lo practiquen, pero bastará que Dios nos cambie las reglas del juego, para no tener otra alternativa que cambiar de opinión y sujetarnos a lo que Dios declare, aunque hayamos estado toda una vida defendiendo lo contrario pensando que era lo correcto; nosotros, nuestros hijos y cuanta generación haya entre medio. No importa. El designio de Dios es categórico, absoluto, suficiente e incuestionable. Siempre.
Por Maciel Campos P.

Es la madrugada de cualquier día, llevas despierto(a) mucho tiempo sin poder reconciliar el sueño. En un comienzo crees que se debe al impacto causado por las excelentes noticias del día anterior; te han ofrecido un nuevo trabajo, el de tus sueños, por el que estuviste orando durante años. Una excelente oportunidad para desarrollar tu profesión, un magnífico ambiente para compartir de Cristo y un suculento sueldo mensual te esperan, sin embargo, no tardas en darte cuenta que el inusitado desasosiego que te ha invadido, tiene otro origen. La intensa presión en tu pecho, el aire espeso y esa sensación de que el tiempo se ha detenido, es un claro indicador que tu insomnio se debe a otras razones. Es extraño, porque pese a esta situación desconcertante, te sientes tranquilo(a), en paz... una paz que supera todo entendimiento. Entonces, te das cuenta de lo que ocurrirá. Los cimientos del Reino se estremecen, ángeles corren de un lado a otro, los cielos se rasgan y ahí mismo, en tu dormitorio, escuchas neta y claramente: "La voz de Dios".(1)

Quedas extasiado(a), sabes que en cada palabra suya está su amor eterno, su gracia inefable, la sangre de Cristo cubriéndote y su inmensa misericordia embebiéndolo todo. ¡Qué privilegio, qué honor! Dios mismo ha decidido inclinar su boca para declarar su voluntad, revelar sus misterios. Todo bien, hasta que la palabra de Dios se agudiza, tú sabes que es una espada de dos filos (2), cientos de veces te la has imaginado en tu mano como arma, como herramienta implacable para la predicación, pero esta vez, Dios mismo está haciendo uso de ella, la ha blandido con precisión a milímetros de tu pecho y justo cuando creías que sería delegada en tu mano, en un movimiento seco y definido, Dios te atraviesa con ella diciéndote: "Quiero que rechaces ese trabajo".

Dios pudo decirte, "Te bendigo", "Te dejo mi paz " o "Te pondré por lumbrera", pero no, Él te ha dicho claramente que abandones ese futuro, que sacrifiques esa oportunidad. Estás confundido(a), no entiendes nada, primero te cuestionas si fue tu mente o un engaño del diablo, pero no, tú sabes sin duda que se trata de la voz de Dios, para colmo, pronto tendrás que levantarte y en algunas horas deberás aceptar o no ese potencial nuevo trabajo.

¿Y qué si hubiera sido peor?, si Dios te hubiera dicho esa noche que dejarás todo, tu familia, tu ciudad, tu patria para irte a no sé donde, o que quemaras tus tesoros más preciados, tus diplomas, tus fotos o que destruyeras tu casa, tu auto, o que te cortaras una mano o sacaras un ojo (¿Exagerado?), o que te fueras a un monte y entregaras sobre una piedra a tu hijo (¿Demasiado?).

"¡Ahh…! Eso del sacrificio se debe estudiar en su contexto, Dios jamás me pediría hacer algo para lo que no estoy preparado". Falso. Dios jamás hizo algo con alguien que se sintiera preparado para hacerlo. (3)

"¡Ahh…! Eso de despreciar los logros o las cosas que se han obtenido sería despreciar los regalos de Dios". Falso. Cualquier cosa o posesión debe ser estimada como pérdida y basura comparada con el conocimiento de Cristo.(4)

"¡Ahh…! Eso de arrancarse un órgano es figurado y para pecadores". Falso. Te aseguro que si muriera tu padre, madre o hermano te será peor que perder una brazo completo y no estoy hablando en sentido figurado.(5)

"¡Ahh…! Eso de sacrificar al hijo es veterotestamentario, es de otra época, ya no corre". Falso. Dios es el mismo hoy y siempre. No cambia.(6)

Amigos del PEC, les hablo como quien ha tenido que hacer muchas cosas con temblores e inseguridades de todo tipo, les hablo como quien ha perdido irremplazables seres queridos, les hablo como quien a tenido que sacrificar algunas cosas por motivos que todavía desconoce, y les hablo también, como quien muchas veces no ha sido capaz de decir SÍ a su Dios, y lo cierto, es que bíblica y espiritualmente no hay nada peor que decir NO al que es SEÑOR de nuestra vida.

Amigos, es absolutamente necesario que comprendamos y aceptemos que el hombre, cosmológicamente hecho a imagen y semejanza de Dios, tiene total y legítima libertad de ejercer juicio y decidir respecto a todo lo que su Creador le proponga (7), pero así también Dios, el hacedor del cielo y la tierra y de todo lo que en ella hay, está en su más pleno y justo derecho de pedir lo que sea (8), y cuando digo que esta en su derecho, hablo de pedir CUALQUIER COSA, presuponer que habrían peticiones que reñirían con la bondad y misericordia de Dios, y que por lo tanto jamás solicitaría, es cometer un craso error, y peor aún, sería emitir un juicio de valor respecto a lo que Dios puede o no hacer.(9) El Señor entonces, y digámoslo fuertemente: HACE LO QUE QUIERE... ¿Sobre la base de qué? Bueno, sobre la base de lo que Él estime... ¿Sobre la base de lo que Él estime conveniente? No. Sobre la base de lo que a Él simplemente se le venga en gana, y digo esto, porque pasa que cada vez que declaramos "Dios, haz lo que estimes conveniente", en realidad y en lo más profundo, prejuzgamos que la conveniencia de Dios debe ser directamente proporcional a la conveniencia del hombre, y esto es una flagrante mentira. Que evidencia más notable de ello en el propio Gólgota, la conveniente salvación eterna del hombre como resultado del inconveniente sufrimiento de Cristo en la cruz. (10)

¿Entonces acaso debiéramos aceptar que Dios desenvuelve su trato con el hombre por medio de una ética divina ambigua y relativista? Por supuesto que no (11), pero de ahí a declarar que existe una ética superior a Dios mismo, sería colocar dicho patrón en un lugar más alto que el de Dios. En otras palabras, será bueno todo lo que Dios declare que es bueno (en este caso rechazar un trabajo atractivo) y malo todo aquello que Dios también declare como tal (lo que en su defecto sería aceptarlo), en el lugar que quiera (un dormitorio por ejemplo) y cuando quiera (digamos que de madrugada). Como cristianos defendemos el concepto de que lo bueno seguirá siendo bueno aunque pocos lo acepten y lo malo será siempre malo aunque muchos lo practiquen, pero bastará que Dios nos cambie las reglas del juego, para no tener otra alternativa que cambiar de opinión y sujetarnos a lo que Dios declare, aunque hayamos estado toda una vida defendiendo lo contrario pensando que era lo correcto; nosotros, nuestros hijos y cuanta generación haya entre medio. No importa. El designio de Dios es categórico, absoluto, suficiente e incuestionable. Siempre.

Desde las primeras páginas del Génesis aprendemos algo verdaderamente pasmoso, cuyas consecuencias escasamente reflexionamos: lo que el hombre consigue al comer del fruto prohibido es, como todos sabemos, adquirir el "conocimiento del bien y del mal" (12), pero conocimiento en cuanto a la capacidad de declarar, al igual que Dios, "esto es bueno o esto es malo". No hay un bien y un mal superiores a Dios que simplemente Él se limitara a aplicar, es decir, no hay un bien y un mal que trasciendan a Dios mismo (cosa que algunos sostienen, al juzgar en forma equivocada, que en el Antiguo Testamento Dios obra "de mala manera" cuando ordena a Abraham sacrificar a su hijo (13). Precisamente, ser como Dios es tomar la facultad de afirmar: "esto es el bien y esto es el mal". Capacidad que el hombre adquirió y fue la ocasión de la ruptura con el creador, ya que nada, absolutamente nada, garantiza que lo que el hombre declare, corresponda a lo que Dios declararía. Por consiguiente, establecer y circunscribirse a una exclusiva e inequívoca "tipología moral" inevitablemente es hacerse cada cual dios de sí mismo o cuando menos transformar esa tipología en un dios sin ojos y oídos, y esto no será sino sólo pecar contra el Dios verdadero y exponer el mal que
Él si ha declarado: desobedecerle (14). Sin embargo, esto no significa que baste suprimir la moral para que el verdadero bien, el de Dios surja. Dios libera al hombre también de esas morales y lo coloca en la única situación ética verdadera, la situación de la elección personal, de la responsabilidad, que el hombre debe ejercitar para encontrar la forma concreta de la obediencia al Padre.(15)

Los mandamientos del Antiguo Testamento o los ordenamientos de Pablo, y a diferencia de lo que la mayoría cree, por nada son una moral humanista, si no, el límite entre lo que nos hace vivir y morir, establecido por Dios mismo. Cuando Jesús con plena conciencia y voluntad transgrede la ley (16), lo hace porque fue transformada en moral humana, en palabra muerta. Por este motivo, es que también Pablo, cuando plantea en la brutal pregunta: "¿Por qué, cómo si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos...?"(17) no sólo esta cuestionando la ley judía sino toda forma de moral humana.

Estimados amigos y hermanos en la fe, permítanme decir esto clara y rotundamente, todo cuanto el hombre afirme como bueno, verdadero y bello, no lo es en su forma absoluta si no sólo, hasta cuando esa opinión calce con aquello que Dios declare como tal. ¿Es que acaso entonces el hombre no puede emitir opinión alguna? Por su puesto que sí, de hecho todo lo que hasta ahora he elucubrado es como se dice en la jerga "mi humilde opinión". Cómo tú o yo nos cortemos el pelo o combinemos los colores de nuestra ropa, cómo sea que fuesen las películas que a ti te gusten o a mí me desagraden, cualquiera sean tus alabanzas respecto al fútbol como también mi total desprecio hacia el mismo, no debiéramos esperar obtener la opinión de Dios de estas cosas para decidir si nos ponemos de acuerdo con él para no pecar, ello sería ridículo, cuanto más si aceptamos que Dios no se corta el pelo, no va al cine, ni juega fútbol. Sin embargo, resultará urgente decidir si le haremos caso cuando sea Él quien nos diga de manera directa, clara e inequívoca "No te cortes el pelo hoy", "No vayas a ese cine" o "No aceptes esa invitación al estadio". Tú o yo podríamos decir: "Pero Señor, ni si quiera voy a cambiar de look, es sólo un pequeño corte", "Señor, esa película gano la Palma de oro" o "Señor, simplemente acompañaré a mi primo a ese partido". No importa. Tu única opción ética es: OBEDECER. ¿Por qué? Porque Él te lo ha declarado directamente. Después de todo, sólo Dios sabe si el peluquero te cortará una oreja, en la película te darán retorcijones o en el estadio te llegará un botellazo, insisto, sólo Dios sabe. ¿Cuanto más Dios podría saber respecto a un nuevo y aparentemente atractivo trabajo? ¿Cuánto más respecto a tu futuro entero?.

Entonces, si de madrugada Dios decidiera poner una presión en tu pecho, espesar el aire y congelar el tiempo, para ordenarte hacer algo que cualquiera en su sano juicio jamás haría. ¿Qué le dirás?: Sí Señor o No Señor.(18) Pero en este punto quisiera hacerte una pregunta todavía más gravitante (¿puede haber algo más importante que tomar una decisión?… La verdad es que sí: saber por qué la tomas) Si decidieras obedecerle... ¿Lo harías por amor a Él o por temor a las consecuencias que podría traer el desobedecerle?. El Señor Jesús en la cruz sabemos que amó y obedeció... pero ¿Qué hizo primero?.

(1) Sal. 77:18
(2) He. 4:12
(3) 2 Co. 12:10
(4) Fil. 3:8
(5) Jn. 11:32,33
(6) Stg. 1:17
(7) Jon. 1:1:3
(8) Ex. 3:10,11
(9) Ro. 9:20
(10) Mt. 26:39
(11) Ro. 9:14
(12) Gn. 3:6
(13) Gn. 22:2
(14) 1 S. 15:22
(15) 1 Co. 10:23
(16) Mt. 12:1,2
(17) Col. 2:20-23
(18) Dt. 30:15,16




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