1 de septiembre de 2008


Cómo Sanar Nuestra Autoestima Deficiente

Por Cristián Laval
Director Distrito Recoleta

Es asombroso el modo en que la imagen que tenemos de nosotros mismos influye en nuestras acciones y actitudes y, especialmente, en nuestras relaciones con las otras personas.

Cuando no tenemos un buen concepto de nosotros mismos:
• Nos vemos impedidos de dar y vivir agradecidos de Dios por el don de la hermosura.
• Nos impide ver la realidad.
• Nos impide desarrollar relaciones verdaderamente afectuosas.

¿En qué consiste la imagen de uno mismo o la estimación propia?

La imagen que tenemos de nosotros mismos está basada en el sistema completo, de imágenes y sentimientos acerca de nosotros, adquirido a lo largo de nuestras vidas. Dice la Biblia: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es el” (Proverbios 23:7). El modo en que nos vemos y nos sentimos en lo profundo del corazón, es nuestra personalidad, es lo que somos y lo que llegamos a ser.

Lo que vemos y sentimos determina nuestras relaciones con Dios y con las demás personas.


Los tres componentes esenciales para una imagen sana son:

1.- El sentimiento de aceptación

Sentirse "aceptado" es la percepción de ser querido, cuidado y disfrutado. Nuestro sentimiento de ser aceptado se establece fundamentalmente en la infancia. Los niños desarrollan el sentido de ser parte de su ambiente cuando los padres cariñosos anticipan sus incomodidades y afectuosamente les brindan lo que necesitan. “Sentimiento de ser amado”; es, simplemente, el darse cuenta de que se es querido, aceptado, que otros se interesan en uno, gozan con uno y lo aman. Todos, niños y adolescentes, al igual que los adultos quieren sentirse aceptados, merecedores y competentes.

2.- El sentimiento de valor

Sentirse de valor es sentir que "Soy bueno" o "Cuento para algo" o "Tengo razón". Nos sentimos de valor cuando actuamos como debemos. Verificarnos que valemos cuando percibimos las actitudes positivas de los demás hacia nosotros y su aprobación sincera de nuestras acciones. Cuando los demás no nos dan su aprobación sino que nos critican, sentimos que ya no valemos. Esto es tan importante porque cuando creo que soy de valor también creo que tengo algo que ofrecer.

3.- El sentimiento de competencia

Este es el sentido de ser suficiente, de ser valiente o de tener esperanza, de ser lo suficientemente fuerte como para llevar a cabo lo que corresponde en las situaciones que la vida depara diariamente. Es ese sentimiento de que: “Puedo hacer esta tarea, puedo hacerme cargo de esta situación, soy capaz de hacer frente a la vida”. Sentirse verdaderamente competente es reconocer tanto las habilidades como las debilidades de uno. Sentirse competente empieza a desarrollarse en los años de la preadolescencia, pero se va convirtiendo en una actitud más fija hacia el final de la adolescencia. El sentido de ser competente se ve afectado positivamente por los éxitos y negativamente por los fracasos a lo largo de la vida.

Las fuentes de la imagen de uno mismo

Encontramos cuatro factores que contribuyen a que la persona construya la imagen de sí mismo: el mundo exterior, el mundo interior, Satanás con todas las fuerzas del mal, y Dios y su Palabra.

1.- El mundo exterior
El espejo social:

La visión que tenemos de nosotros mismos proviene del espejo social, de las percepciones, opiniones y paradigmas de los que nos rodean:

• Siempre te retrasas
• Increíble, ganaste
• Comes como cerdo
• Tienes que ser un artista
• Esto es simple, cómo no lo entiendes

De este mundo exterior vemos imágenes y sentimientos sobre nosotros mismos. Decidimos lo que somos a partir de nuestro primer sistema de relaciones, por la manera en que somos tratados, se nos cuida y se nos quiere. El mundo externo incluye todos los factores que han entrado en nuestra constitución: el nacimiento, la infancia, la niñez, la adolescencia. El mundo exterior es nuestra experiencia de la vida tal cual es hasta el momento presente. Nuestra experiencia del mundo exterior nos dice como fuimos tratados, como fuimos criados y cuales eran nuestras relaciones con las personas en nuestros primeros anos de vida.

Pablo nos enseña acerca de esto, al hablar del crecimiento de nuestros primeros años de vida. (1 Corintios 13:9-12)

El conocimiento que tenemos de nosotros mismos es solo parcial ya que este viene de imágenes y sentimientos. Este conocimiento lo recibimos de espejos; espejos que distorsionan nuestra imagen. Estos espejos son nuestros padres, hermanos, abuelos, personas importantes en nuestra vida desde niño. Lo que somos lo buscamos dentro de la familia y también lo hacemos por fuera.

Si un padre no dedica tiempo a su hijo, le manda un mensaje importante: “No tienes ninguna importancia para mí. Tengo otras cosas más importantes que hacer”. Este mensaje frena su potencial y sabotea el servicio a Dios. Hablamos del potencial para hacer el bien y ayudar a otros.

La niñez ha sido el periodo de la vida donde Dios ha deseado construir las habitaciones del templo donde Él ha querido vivir.


Han sido los padres los que han tenido el gran privilegio y la gran responsabilidad de dar el diseño básico del templo: la imagen que tiene toda persona de sí misma.

Cuando una persona esta convencida de su poco valor, pondrá poco valor en lo que dice y en lo que hace. Porque le damos mucha importancia a cosas que realmente no las tienen. Por una única razón: buscamos desarrollar una estima propia adecuada a través de las cosas creadas y no a través del Creador.

Cuando uno descubre que es hijo de Dios, deja que el amor y la gracia entren a raudales en su vida y se lleven los sentimientos e imagen de gusanos y langostas que pudiéramos tener.

2.- El mundo interior o de dentro:

La Biblia deja bien claro que no somos meramente víctimas. Todos venimos arrastrando una naturaleza pecaminosa y somos responsables de lo que hacemos con lo que arrastramos. Hay que agregar a esto lo que hemos recogido (somos verdaderas grabadoras pero muy malos interpretes de lo que grabamos). Debido a nuestro gran egocentrismo interpretamos muy mal lo que hemos incorporado, y esto afecta la imagen que formamos de nosotros mismos.

3. Satanás con todas sus fuerzas:

A nuestro mundo externo y al interno sumamos a Satanás, que usa nuestros sentimientos de auto desprecio como una gran arma en los tres papeles que el juega: Satanás es un mentiroso (Jn. 8:44), él es el acusador (Ap. 12:10) y él es quien ciega nuestra mente (2 Co. 4:4), para derrotar a los cristianos e impedirles que desarrollen su pleno potencial como hijos de Dios.

4.- Dios mismo:

Todos nos movemos desde una imagen propia deficiente hacia la nueva imagen que tenemos en Cristo. Nos apartamos de la enfermedad hacia la cura.

Corrigiendo el conocimiento que de Dios tenemos, pero defectuoso


Es imposible pensar mal y al mismo tiempo vivir bien. No podemos creer mentiras, que de veras lo son, y practicar la verdad. La verdad es que el auto desprecio no es verdadera humildad cristiana y va en contra de las mismas enseñanzas básicas de la fe.

El mayor mandamiento es que amemos a Dios con todo nuestro ser. El segundo mandamiento es una extensión del primero: que amemos al prójimo como nos amamos a nosotros mismos. Aquí tenemos tres mandamientos y se relacionan uno con otro siendo el más importante y principal amar a Dios.

Amarse o amor propio no es equivalente a egocentrismo sino una estimación o evaluación recta y apropiada de uno mismo. Esta es la base del amor hacia las demás personas.
Dios dijo que cuando le amamos a El, cuando nos amamos a nosotros mismos y a los demás hemos cumplido toda la ley de Dios (Mt. 5: 43-48)

Algo sobre el matrimonio

La estimación propia correcta, declara el apóstol Pablo, es la base de una de las relaciones más importantes e íntimas de la vida, la del esposo y la de la esposa en el matrimonio (Efesios 5:28-29). El amor que un hombre da a su esposa es la extensión del amor que se tiene a sí mismo, dirigiéndolo a ella. Una estimación y cariño por uno mismo, y el darse cuenta del valor propio, son esenciales si uno quiere ser una buena esposa o un buen esposo.

Una estimación propia correcta es esencial para tratar bien al prójimo. ¿Cuál es la advertencia de Pablo?: “que cada creyente que está entre vosotros, no tenga mas alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura” (Ro. 12:3). La cordura nunca se excede o se queda corta en la estimación. Es Satanás el que confunde y nos ciega sobre este punto.

Realidad de una baja estima

• La persona con una estimación propia deficiente se vuelve egocéntrica en extremo. Esto no significa que sea una persona egoísta, sino egocéntrica porque siempre se esta mirando a sí misma. Busca de los demás y los puede servir, pero siempre busca la alabanza de los otros por lo que hace. Puede parecer que ama a los otros, cuando, en realidad, los está usando para asegurarse de que todo va bien.

• La persona con una estimación propia deficiente está tratando de afirmarse, siempre tratando de demostrarse. Son personas que tienen la necesidad de estar siempre en lo cierto y hacer sentir a los demás que no lo están.

Recibiendo la estimación propia de Dios

Nuestra responsabilidad es desarrollar una imagen sana, una imagen de nuestro valor a partir de Dios y no de las imágenes falsas que nos llegan del pasado. Todo lo que hoy hacemos es a partir de nuestro pasado y de escuchar a Satanás, sus mentiras, sus acusaciones y no dejarnos ver lo que de veras somos cegando nuestro entendimiento.

Satanás hace uso de todas sus mentiras, falsedades, rebajamientos y desprecios que uno ha recibido en el pasado para mantenernos atados a sentimientos y conceptos no sanos respecto de nosotros mismos.


Preguntas importantes que nos debemos hacer:

¿Qué derecho tengo a despreciar o rebajar a alguien a quien Dios ama tan profundamente?

Cuando decimos que no nos aguantamos a nosotros mismos estamos insultando a Dios y a su amor. Cuando despreciamos su creación, decimos en realidad que no nos gusta el diseño o que no nos importa mucho el Autor. Llamamos inmundo lo que Dios llama limpio.

¿Qué derecho tengo a despreciar o rebajar a alguien a quien Dios ha honrado de modo tan grande?

El nos ha honrado dándonos un título y una posición dentro de su familia.

¿Qué derecho tengo a despreciar o rebajar a alguien a quien Dios estima de modo tan alto?

En la experiencia humana es raro que un hombre de algo por otro, menos la vida, incluso si este es un buen hombre. La gran prueba de amor de Dios es que siendo nosotros aún pecadores Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:7-8,11). Dios ha declarado el valor que tenemos. Somos alguien a quien Dios considera de un valor tan alto que ha dado la vida de su propio Hijo para redimirnos.

¿Qué derecho tengo a despreciar o rebajar a alguien para quien Dios ha hecho una provisión tan abundante?

Algunos pasajes sobre la provisión de Dios para nosotros. (Mt. 7:11, Filipenses 4:19 ) No da la impresión que El quisiera que nos aborrezcamos o que nos sintamos inadecuados.

¿Qué derecho tengo a despreciar o rebajar a alguien a favor del cual Dios ha hecho planes tan cuidadosamente?

El hizo planes contigo y conmigo antes de crear todas las cosas. El ya nos tenía pensados antes de la creación. (Efesios 1:3-5)

¿Qué derecho tengo a despreciar o rebajar a alguien en quien Dios se deleita?

El apóstol Pablo dice que somos aceptos en el Amado. (Ef. 1:6) Dios dijo de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia” (Mt 3:17). La expresión “estamos en Cristo” se utiliza unas noventas veces en el NT. Dios, entonces, nos ve en Cristo y nos dice: “Tú eres mi hijo querido, mi hija querida, en quien me complazco.”

¿De dónde hemos de sacar la idea que debemos tener de nosotros mismos? ¿De las deformaciones de nuestra niñez? ¿De las heridas pasadas y las falsas ideas que han sido programadas en cada uno de nosotros? ¿Qué debemos hacer?


Escuchar la opinión de Dios con respecto a nosotros. Dejar que Él instale una nueva idea con respecto a mí, hasta que su estimación amorosa forme parte de mi vida, hasta lo más profundo de mis sentimientos interiores.

Colaboradores de Dios en la sanidad

Hemos de pasar a ser colaboradores de Dios en esta reprogramación y proceso de renovación. Recordar que esta obra es un proceso continuo. Nadie cambia de la noche a la mañana. Dice Pablo: “transformados por la renovación de nuestra mente”. (Romanos 12:2). Los verbos en este versículo representan una acción continua, y la palabra “mente” describe la forma en que pensamos, la manera en que miramos la vida (paradigmas).

El estilo de vida que llevamos es una verdadera reproducción de nosotros mismos. ¿Qué hacemos cuando alguien nos felicita por algo que hemos hecho? ¿Podemos decir: “Gracias.” “Estoy contento de que te haya gustado”, ¿o mas bien empezamos con nuestras acostumbradas expresiones despectivas, rebajándonos? Si tenemos la costumbre de vivir rebajándonos, nos costará bastante dejar de hacerlo, porque lo que uno desea es continuar con la historia de siempre.


Dejemos que Dios nos ame como Él lo quiere hacer y así amemos a otros también. Necesitamos de su amor. El problema es que por mucho tiempo hemos vivido programados para hacer y sentir lo contrario: vivir sintiéndonos rechazados y rechazando a los demás. La verdad es que es más fácil vivir como lo hemos hecho desde muy niños, porque nuestro comportamiento, nuestras conductas son espontáneas. Vivir como Dios quiere que lo hagamos es el trabajo de decidir, y esto demanda un esfuerzo que muchas veces no estamos dispuestos a pagar.

Aceptemos el día de hoy, que lo que vivimos es parte del proceso curativo de Dios, proceso que esta sanando nuestra imagen distorsionada de nosotros mismos.

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