5 de diciembre de 2010


Jesús, mi mejor regalo: Operación Belén 2010

Para muchos, Navidad es sinónimo de regalos, reuniones familiares, cena navideña y oración. Todo la anterior está muy bien, pero necesitamos la asistencia y guía del Espíritu Santo en todo momento.

Diciembre, además de ser el último mes del año, trae consigo una carga espiritual muy especial, es por tal motivo que hemos puesto particular énfasis, en que como familia y cuerpo, podamos compartir el verdadero significado de la Navidad: Celebrar las buenas nuevas o la buena voluntad de Dios para con los hombres.

Te invitamos a solicitar el material para que en familia puedas compartir las buenas nuevas, junto a un DVD con 4 historias que van más allá del nacimiento de nuestro Rey, Señor y Salvador.

Valor DVD $1.500 (Solicitarlo con Pilar Castro)
Desde aquí puedes descargar el folleto (Descarga Gratis)

8 de noviembre de 2010


Distrito Providencia, Nueva Dirección

Distrito Providencia, tiene el agrado de informar que desde el sábado 13 de noviembre de 2010, nuestra nueva dirección es Luis Montaner 525, Providencia. Le invitamos a participar, como todos los sábados, de un ENFA especial para dar inicio a este nuevo período, en nueva casa.

(Haz clic sobre la imagen para más detalles)

"Anímate y esfuérzate, y manos a la obra; no temas, no desmayes, porque Jehová Dios, mi Dios, estará contigo; él no te dejará ni te desamparará, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehová" 1 Crónicas 28:20

28 de septiembre de 2010


El testimonio

Nació en una oscura aldea, hijo de una campesina. Creció en otra aldea, donde trabajó como carpintero hasta que tuvo treinta años. Entonces, durante tres años fue un predicador itinerante.

• Jamás escribió un libro.
• Nunca ocupó un cargo.
• Jamás tuvo una familia ni poseyó una casa.
• No fue a la universidad.
• Nunca se alejó 300 kilómetros del lugara donde nació.
• No hizo ninguna de las cosas que uno asocia con la grandeza.
• Sólo tenía 33 años cuando la opinión pública se volvió en su contra. Sus amigos lo abandonaron.
• Fue entregado a sus enemigos.
• Lo clavaron a una cruz entre dos ladrones.

Veinte siglos han llegado y pasado, y todavía sigue siendo la figura central de la raza humana.
Todos los ejércitos que alguna vez marcharon, todos los navíos que alguna vez navegaron, todos los parlamentos que alguna vez cesionaron, todos los reyes que alguna vez reinaron, todos juntos, no han afectado la vida del hombre en la tierra tanto como esta Única Vida Solitaria.

Todo hijo de Dios debe dar testimonio de su transformación por medio de Cristo.
El deber de los cristianos es ser Testigos del Evangelio.
Este testimonio es la transmisión de la fe en palabras y obras.
El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad.

I. TESTIGOS GANADORES DE ALMAS
Debemos ganar almas porque es correcto, bueno, santo y agradable a Dios. Mateo 4:19.

II. TESTIGOS QUE TESTIFICAN POR MEDIO DE SUS VIDAS
Manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra. Mateo 5:16.

III. TESTIGOS PREPARADOS
Lo que decimos debe estar unido a un compromiso con Jesús como Señor; además debemos tener una actitud humilde, una conciencia limpia, y una buena conducta. 1ª Pedro 3:15-16.

IV. TESTIGOS QUE TESTIFICAN EN CUALQUIER LUGAR
Un testimonio simple y sincero de nuestra fe personal en Cristo. Hechos 4:19-20; 16:30-32.

V. TESTIGOS DE LA RECONCILIACIÓN
La reconciliación es don del Padre. Representa ante todo una llamada que viene de lo alto: 2ª Corintios 5:20.

CONCLUSIÓN
El testimonio implica un privilegio. No hay mayor privilegio que el compartir el amor de Dios con otras personas. Proverbios 24:11-12.

29 de junio de 2010


Pecado concebido, esclavitud segura

La desobediencia de Adán y Eva trajeron estos horribles problemas de comportamiento que plagan a la humanidad, y la lista se multiplica y se empeora con cada generación que pasa. Su acto de insubordinación marcó el comienzo del secreto del poder de la iniquidad. Con este engaño el hombre perdió su provisión y protección divina. La rebelión similar a la de Satanás abrió la puerta a su dominio y destrucción. Él se aprovechó por completo de esta oportunidad para ser como Dios pero sin (Isaías 14:12-14)


La estrategia no es diferente hoy

El método operativo de Satanás no difiere mucho hoy en día. Él aún desea pervertir el carácter de Dios para tornarnos en contra de Su autoridad. El libro de Santiago deja esto absolutamente claro: «Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Santiago 1:16-17)

El escritor quería asegurarse de que los creyentes no cayéramos debido al mismo poder secreto de la iniquidad por el que cayó Eva. Él nos hizo una advertencia para protegernos, como hiciera Pablo. Debemos escuchar sus palabras cuidadosamente y establecerlas en nuestros corazones; no hay nada bueno fuera de la Voluntad de Dios. Puede que algo parezca bueno, pero si no se alinea con su voluntad, no tenga duda, no hay nada bueno en ello para nosotros.

Santiago reiteró que si usted cree que hay algo bueno fuera de la provisión de Dios, entonces puede ser engañado, tal como lo fue Eva. Considere cuidadosamente lo que hemos discutido. No importa cuán bueno parezca, sepa o se sienta; no importa cuán rico, abundante, sabio o exitoso pueda hacerle, si no es de Dios, en algún momento le guiará por un camino intenso de dolor, pesar y, al final, muerte. La provisión y protección divinas se comprometen por el engaño. Todo don perfecto y bueno es de Dios; Él es la fuente. Adopte esta verdad y establézcala en su corazón, ¡entonces las apariencias no le engañarán! Si Eva hubiera hecho eso, no habría sido persuadida. Ella miró fuera de la provisión de Dios para satisfacer sus deseos.

¿Cuántos se casan con la persona equivocada por razones incorrectas? Dios pudo haberles advertido mediante padres o pastores, pudo haberles hablado directamente a sus corazones, pero ellos permitieron que el razonamiento ahogara esas voces. Tal vez estaban solos y deseaban compañía. Quizás la persona era agradable a la vista y parecía de ayuda en la toma de decisiones. E inevitablemente escogieron su voluntad por sobre la de Dios, y con demasiada frecuencia sufrieron en gran manera.

Desde luego, Dios puede redimir nuestro mal juicio. El pecado de David al tomar a Betsabé fue redimido luego en el nacimiento de Salomón. Sin embargo, acumuló mucho dolor por su desobediencia, pues la espada nunca dejó su hogar. Perdió tres hijos en el pináculo de sus vidas. Cuánto mejor es escoger la obediencia.

Con demasiada frecuencia las personas dejan los lugares –trabajos, iglesias, ciudades- donde Dios les ha plantado porque no están de acuerdo con las autoridades establecidas sobre ellos. O tal vez ven que sus vidas se están estancando o creen que no hay futuro para ellos donde están. Pronto una oportunidad les llega y aunque no hay ningún testimonio del Espíritu Santo para irse, se van. No sólo eso, sino que a veces su partida compromete la pureza a la cual Dios les ha llamado. Ellos razonan: “He estado inactivo por demasiado tiempo; debo hacer algo”. Entonces terminan yendo en contra de la voluntad de Dios y persiguiendo lo que creen que es bueno para ellos. Puede que resulten en una buena condición financiera, pero sus corazones desde hace mucho se han apartado de una relación íntima y apasionada con el Señor.

En términos más generales, ¿cuántas personas desobedecen la Voluntad de Dios? Son atraídos por lo bueno y lo agradable. Tal vez hallan una forma de prosperar o tener éxito fuera del consejo de la Palabra de Dios. Se dedican a eso y encuentran diversión, felicidad o emoción, por un tiempo. Hallan “bueno” a lo que Dios le dice “no”. ¡Temen que Dios les niegue las cosas atractivas o divertidas! Piensan que no entiende sus necesidades y que ignora la importancia de sus deseos. Creen que Dios es infiel a sus oraciones que no son respondidas dentro de un lapso predeterminado. Y razonan: “¿Por qué esperar?, ¡tomaré lo bueno y lo agradable ya!”

A diferencia de Adán, Jesús, el último Adán, anduvo en obediencia perfecta a su Padre y pudo testificar que Satanás no halló nada en Él. Por esta misma razón, se nos exhorta: «El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo» (1ª Juan 2:6). Él es nuestro ejemplo y precursor. Es quien pagó el precio e iluminó el camino para que nosotros caminemos en Él. Ya no estamos destinados al camino del primer Adán y su iniquidad, sino que somos llamados y capacitados para andar en los caminos de obediencia del postrer Adán.

La paráfrasis de la Biblia en inglés llamada The message [El Mensaje] proclama con pasión:
¡Desvístanse, y comiencen a correr, y nunca paren [en obediencia a Dios]! Sin grasa espiritual extra, sin pecados parásitos. Mantengan sus ojos en Jesús, quien comenzó y terminó esta carrera en la cual estamos. Estudien cómo Él. Que nunca perdió de vista hacia dónde iba –ese final emocionante en y con Dios-, y pudo soportarlo todo el camino: la cruz, la vergüenza, todo lo demás. Y ahora está allá en el lugar de honor, junto a Dios. Cuando ustedes flaqueen en su fe [obediencia], repasen esa historia de nuevo, punto por punto, esa larga letanía de hostilidad por lo cual tuvo que atravesar. Eso les inyectará adrenalina en sus almas (Hebreos 12:1-3).
Eso lo resume todo. Aprenda de la caída del primer Adán, siga decididamente la obediencia del último Adán.

14 de junio de 2010


19 de junio Celebremos a Papá


Cenlimi Providencia, tiene el agrado de invitar a todos los papás para este sábado 19 de junio a las 18:30 hrs. para celebrar su día. Este año, y como todos los años, hemos preparado algo muy especial para que sea de gran bendición para nuestros papitos.

12 de abril de 2010


El Verdadero Arrepentimiento

¿Qué es lo que Jesús pide al Mundo? El arrepentirnos es lo más esencial de Su mensaje. Es igualmente esencial, y casi sinónimo del mandato «Os es necesario nacer de nuevo» Juan 3:7. Entendamos que el arrepentimiento, en el mensaje de Jesús, no se trata de un cambio en el comportamiento, sino de un cambio interno que da lugar a un nuevo comportamiento centrado en Dios y exaltador de Cristo.
Aclarando el significado del arrepentimiento.

«Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.» Mateo 4:17.

«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.» Lucas 5:32.

«Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.» Mateo 12:41.

«Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente» Lucas 13:3, 5.
El primer pedido del ministerio público de Jesús fue, “Arrepentíos.” El dio este mandato indiscriminadamente a todos los oyentes. Es un llamado a un cambio interior radical hacia Dios y el hombre. Dos cosas nos muestran que el arrepentimiento es un cambio interno de la mente y del corazón, más que el simple dolor por el pecado o el simple perfeccionamiento del comportamiento. Antes que nada, el significado de la palabra griega (metanoeo), en español “arrepentíos”, apunta en esta dirección. Está formada de dos partes: meta y noeo. La segunda parte (noeo) se refiere a la mente y sus pensamientos, percepciones, disposiciones y propósitos. La primera parte (meta) es un prefijo que generalmente significa movimiento o cambio. Así, el significado básico del arrepentimiento es el experimentar un cambio de las percepciones, disposiciones y propósitos de la mente.

Otro factor que apunta a este significado de arrepentimiento es la forma en que Lucas 3:8 describe la relación entre el arrepentimiento y el nuevo comportamiento. Dice así: «Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.» Y luego da algunos ejemplos de los frutos: «Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.» Lucas 3:11. Esto significa que el arrepentimiento es lo que sucede dentro de nosotros que da fruto a un nuevo comportamiento. El arrepentimiento no son los nuevos actos, sino el cambio interno que da como fruto actos nuevos. Jesús pide que vivamos este cambio interno.

¿Por qué? Su respuesta es que somos pecadores. «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.» Lucas 5:32. En la parábola del hijo pródigo, Jesús describe el pecado del hijo así: «y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente… [y] consumiendo [sus bienes] con prostitutas» Lucas 15:13, 30. Pero cuando el hijo pródigo se arrepiente dice: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. No soy digno de ser llamado tu hijo.» Es decir que desperdiciar la vida viviéndola perdidamente y con prostitutas no solo lastima a los humanos; también es una ofensa contra el cielo—es decir, contra Dios. Esta es la naturaleza esencial del pecado. Es una agresión a Dios.

Vemos esto de nuevo en la forma en que Jesús enseñó a sus discípulos a orar. Les dijo que oren así: «Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden» Lucas 11:4. En otras palabras, los pecados que Dios perdona se comparan con los que otras personas cometen contra nosotros, y éstos se llaman deudas. Así, Jesús veía el pecado como algo que deshonra a Dios y nos pone en deuda para restaurar el honor divino que hemos difamado con nuestro comportamiento o actitudes, desvalorando a Dios. Esta deuda es pagada por el mismo Jesús. «El hijo del hombre vino. . . para dar su vida en rescate por muchos.» Marcos 10:45. Pero para que podamos disfrutar de este regalo debemos arrepentirnos.

Arrepentirse significa experimentar un cambio de mente que nos haga ver a Dios como verdadero y hermoso, y digno de toda nuestra alabanza y obediencia. Este cambio de mente abarca igualmente a Jesús. Sabemos esto porque Jesús dijo, “Si Dios fuese vuestro Padre, me amaríais, porque yo vengo de Dios.” Ver a Dios con una nueva mentalidad incluye ver a Jesús con una nueva mentalidad.

Nadie está excluido del pedido que Jesús hace de arrepentirse. Gente inocente había muerto en la masacre de Pilatos y en la caída de la torre de Siloé (Lucas 13:1-4). Jesús aprovechó la ocasión para advertir a quienes traían la noticia: «Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente» Lucas 13:5. No pienses que las calamidades significan que algunas personas son pecadoras y necesitan arrepentirse y otras no. Todos necesitan arrepentimiento. Al igual que todos necesitan nacer de nuevo porque «Lo que es nacido de la carne, carne es.» Juan 3:6. Todos deben arrepentirse porque todos son pecadores.

Cuando Jesús dijo, «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento» (Lucas 5:32), no quiso decir que algunas personas son tan buenas que no necesitan arrepentirse. Quiso decir que algunas personas piensan que lo son (Lucas 18:9), y otros ya se han arrepentido y han aclarado las cosas con Dios. Por ejemplo, el deseo del joven rico “por justificarse” (Lucas 10:29) mientras “el cobrador de impuestos. . . se golpea el pecho, diciendo, ‘Dios, ten piedad de mi, soy pecador’ [y] se fue a su casa justificado [por Dios]” (Lucas 18:13-14).

Así, nadie está excluido. Todos necesitamos arrepentirnos. Y la necesidad es urgente. Jesús dijo, “Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” ¿Qué quiso decir con pereceréis? Quiso decir que el juicio final de Dios caerá sobre aquellos que no se arrepientan. «Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar» Mateo 12:41. Jesús, el Hijo de Dios, está advirtiendo a la gente sobre el juicio que vendrá, y ofrece liberarnos de él si nos arrepentimos. De lo contrario, Jesús tiene tres palabras para nosotros, “¡Ay de ti…!” (Mateo 11:21).

Es por esto que su pedido de arrepentimiento es parte del mensaje central que dice que el Reino de Dios está cerca. «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.» Marcos 1:15. El Evangelio—la buena nueva—es que la ley de Dios ha llegado en Jesús para salvar a los pecadores antes de su segunda venida en el día del juicio. De manera que el pedido de arrepentirnos se basa en la oferta de la gracia para perdonar, y en la advertencia de que un día, aquellos que rechazan la oferta perecerán en el juicio de Dios.

Después de resucitar de entre los muertos, Jesús se aseguró de que sus apóstoles continuaran con su llamado al arrepentimiento en todo el mundo.

«Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día, y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén» Lucas 24:46-47.

De manera que el pedido de Jesús de arrepentirnos llega a todas las naciones. Llega a nosotros, quienquiera que seamos, y donde quiera que estemos, y nos reclama. Este es el pedido de Jesús para todas las almas: arrepentíos. Tengan un cambio interno profundo. Remplacen todas las percepciones, disposiciones y propósitos que deshonran a Dios, que subestiman a Cristo, por unas que atesoren a Dios y exalten a Cristo.

Documento original: John Piper

2 de marzo de 2010


Un terremoto al corazón

Nuestro país ha caído bajo la impresionante calamidad de un terremoto que ha asolado todo el territorio. Las imágenes en los noticiarios, las entrevistas por la radio, las publicaciones en internet dan cuenta de cuán grave ha sido este “movimiento” que sobrevino a nuestra nación. Son muchas las víctimas, son muchos los desamparados, los hambrientos, a oscuras, sedientos, y heridos; sin embargo, son aún muchos más los que se encuentran confundidos sin una explicación. Surgen tantas preguntas; aparecen tantas explicaciones. Nadie entiende a ciencia cierta qué fue lo que sucedió.

La catástrofe sobrevino en la más absoluta obscuridad; en la medida que el día resplandecía pudimos ser concientes de la magnitud de la catástrofe: ciudades “arrasadas”, pueblos abandonados, gente desaparecida, otros incomunicados. A pesar de lo desolador del panorama, el correr de las horas y los días han mostrado la peor cara de esta tragedia. Cientos de hombres y mujeres aprovecharon el caos, el desconcierto y la indefensión para saquear, destruir, ultrajar y violentar a sus mismos conciudadanos. Un reportero, al ver las imágenes dijo:

“Aquí vemos que existen dos clases de chilenos: los buenos y decentes, y los desalmados, del lumpen, los que no merecen llamarse chilenos…”.

Entiendo la impotencia de este periodista y todos aquellos que dicen: “¡Cómo puede haber gente así!”. A pesar de lo duro que parezca, en estas circunstancias la Palabra de Dios nos habla acerca de la realidad del corazón. Esta realidad trasciende la nacionalidad, la región, o la cultura. El corazón del hombre es igual en todos. La Biblia dice: «La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos» Salmo 36:1. Todos estos actos de “impiedad” demuestran claramente que no hay conocimiento de Dios en sus vidas, y por ende, tampoco hay amor, respecto, bondad, ni nada de lo que caracteriza a Dios.

Ante tal realidad, cada uno de nosotros debiésemos preguntarnos: “Si yo estuviese en esta situación ¿cómo reaccionaria?”. Aunque todo ha su alrededor está en el piso, el corazón de estos hombres sigue exactamente igual. Todo en su interior no se ha movido un ápice siquiera. En su interior, toda la maldad, el orgullo, la arrogancia, la falta de amor y rectitud ante Dios, se encuentran intactos. Están como rascacielos en una urbe cosmopolita.

Entonces, si su corazón no ha sido impactado, si sus vidas no han sido quebrantadas, si no han tenido un genuino arrepentimiento, ¡por qué debiesen actuar de otra forma!

El Salmo 36 continua diciendo: «Cree que merece alabanzas y no halla aborrecible su pecado. Sus palabras son inicuas y engañosas; ha perdido el buen juicio y la capacidad de hacer el bien. Aun en su lecho trama hacer el mal; se aferra a su mal camino y persiste en la maldad» vv. 2-4 NVI. Para Dios, todo pecado es igual; por esta razón aquello que ha nuestros ojos es tan abominable y descarado, es comparable a todas aquellas cosas que en lo cotidiano hacemos. Lo más trágico del terremoto está aún por verse, cuando pase el tiempo, cambien las noticias y el corazón continúe exactamente igual, sin percibir que aunque todo alrededor está por el suelo, la posición frente a Dios sigue siendo la misma: La arrogancia de pie y la altivez como estandarte.

El primer llamado que hacemos a toda la nación es este: «Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar, y de él recibirá misericordia» Isaías 55:6-8.

3 de febrero de 2010


Cristo: Profeta, Sacerdote y Rey

La obra redentora de Jesucristo tiene directa relación con las distinciones de los oficios que desempeñó. Cristo se desempeñó como: Profeta, Sacerdote y Rey.

El primer punto en común con estos tres oficios lo vemos relacionado en que tanto los profetas, los sacerdotes y los reyes fueron ungidos.

Cristo como Profeta:

Moisés predijo que un profeta como él mismo sería levantado. Deuteronomio 18:15. Más allá de todos los profetas que Dios levantó a lo largo del Antiguo Testamento, el cumplimiento final se le reconoce a Jesucristo. Hechos 3:22-24.

Las personas que vivieron junto a él le reconocieron en esa condición. Mateo 21:11,46.

Jesús mismo se declaró como profeta, quién vino ha realizar lo mismo que los demás profetas: anunciar el mensaje de Dios al hombre. Juan 4:44; Juan 17:8.

El material de Cristo como Profeta

Aunque mucho de Su material profético está esparcido a través de los Evangelios, hay tres pasajes resguardados para nosotros:

1.- El Sermón del Monte (Mateo 5-7): Predicado con relación al reino, este mensaje enfatiza principalmente en la preparación del reino. El sermón es un llamado al arrepentimiento para quienes habían separado el cambio interior, de los requisitos para establecer el reino.

2.- El mensaje de los Olivos el martes de Semana Santa (Mateo 24-25): Este mensaje detalla algunos eventos futuros conducentes al regreso de Cristo para establecer ese reino mesiánico, davídico y milenial.

3.- El mensaje a los discípulos en el aposento alto el jueves por la noche (Juan 13-16): La noche antes de Su crucifixión el Señor reveló brevemente varias cosas acerca de la nueva edad de la Iglesia que pronto sería inaugurada. El repitió estas cosas comprimidamente porque los discípulos todavía no podían entender lo que estaba ocurriendo. Juan 16:12.

¿Qué que Jesús sea un auténtico Profeta?

La ley ordenaba que los falsos profetas fueran apedreados. Deuteronomio 13:1-5, 10.

El ministerio profético de Jesús fue autentificado de dos maneras: por el cumplimiento de algunas de sus profecías y por los milagros que lo verificaron ante las personas de su tiempo como profeta. Lucas 7:11-16.

La prueba concluyente fue la detallada predicción de su propia muerte:

a) Él profetizó que alguien cercano le traicionaría. Mateo 26:21;

b) Que Su muerte sería incitada por los líderes judíos. Mateo 16:21;

c) Que moriría por medio de la crucifixión y que tres días después resucitaría. Mateo 20:19.

Cristo como Sacerdote

Mientras el profeta habla a los hombres de Dios, el sacerdote habla de los hombres a Dios. El hecho de pertenecer a la tribu de Judá descalificaba a Jesús para ser un sacerdote aarónico; por lo tanto, Dios determinó que el sacerdocio de Cristo proviniese de la orden de Melquisedec. Hebreos 5:1-10.

Los rasgos del sacerdocio de Melquisedec incluyen:

a) Era un sacerdocio real. Melquisedec era tanto un rey como un profeta, lo que no se conocía entre los sacerdotes aarónicos, pero fue profetizada para Cristo por el profeta Zacarías. Zacarías 6:13.

b) No se relacionaba con la ascendencia. Los sacerdotes aarónicos dependían de su ascendencia para poder ejercer. No fue el caso de Melquisedec, ni tampoco el de Jesús. Hebreos 7:1-3.

c) No se especifica su tiempo. No hay datos de su principio ni su final, para ser semejante a Jesús quien es sacerdote para siempre según su orden.

d) Era superior al orden aarónico. Abraham, de quién viene el orden aarónico, reconoció la superioridad de Melquisedec cuando le da los diezmos de lo que ganaron en la guerra. Génesis 14:20.

De la misma forma como Melquisedec le ofreció pan y vino a Abraham para confortarlo y sostenerlo después de la batalla, así Jesús como sacerdote refresca y sostiene a su pueblo. Hebreos 2:18; 4:16.

Cristo como Rey

El concepto de rey incluye muchos privilegios: tenía poderes legislativos, ejecutivos, judiciales, económicos y militares.

Cristo como Rey puede resumirse en cinco palabras: prometido, predicho, propuesto, rechazado, realizado.

a) Prometido: El pacto davídico prometía que el derecho a reinar para siempre permanecería en la dinastía de David. 1 Reyes 9:5.

b) Predicho: El profeta Isaías profetizó que un Niño establecería y reinaría sobre el trono de David. Isaías 9:7.

c) Propuesto: A través de Su ministerio terrenal el reinado davídico de Jesús fue propuesto a Israel. Juan 12:13-15.

d) Rechazado: Los fariseos, Herodes, Poncio Pilatos, gentiles y judíos le rechazaron decididamente en la crucifixión. Juan 1:11; Hechos 4:27-28.

e) Realizado: Aun cuando Cristo es Rey, no gobierna como tal. Esto está se espera en su segunda venida, realizándose el reino davídico. Mateo 25:31.

Así, llegará el día en que el SALMO 110 se cumplirá.

12 de enero de 2010


Jesús murió para que seamos justificados

El ser justificado ante Dios y ser perdonados por Dios, no es lo mismo. Ser justificado en un tribunal no es lo mismo que ser perdonado. Ser perdonado implica que soy culpable y que mi delito no se cuenta. Ser justificado implica que he sido juzgado y hallado inocente. Mi demanda es justa. Estoy vindicado. El juez dice, “inocente”.

La justificación es un acto legal. Significa declarar que alguien es justo. Es un veredicto. El veredicto de justificación no hace justa a una persona. Declara justa a una persona. Se basa en que alguien es realmente justo. Podemos ver esto con mayor claridad cuando la Biblia nos dice que, en respuesta a las enseñanzas de Jesús, el pueblo “justificó” a Dios. Lucas 7:28-29. Esto no quiere decir que hicieron a Dios justo (puesto que Él ya lo era). Significa que declararon que Dios es justo.

El cambio moral que experimentamos cuando confiamos en Cristo no es justificación. La Biblia usualmente lo llama santificación; el proceso de llegar a ser bueno. La justificación no es ese proceso. No es ningún proceso.

Es una declaración que ocurre en un determinado momento. Un veredicto. ¡Justo! ¡Recto! Salmo 145:17.


La manera ordinaria de ser justificado en un tribunal humano es guardar la ley. En ese caso el jurado y el juez sencillamente declaran lo que es cierto en usted. Usted guarda la ley, y eso le justifica. Pero ante el tribunal de Dios, no hemos guardado la ley. Por lo tanto, en términos ordinarios, no tenemos esperanza de ser justificados. Romanos 3:10-12; 1ª Juan 3:4.

Proverbios 17:15. La Biblia señala que considerar justificar la maldad es pecado; sin embargo, sorprendentemente, a causa de Cristo, Dios “justifica al impío”, que confía en su gracia. Romanos 4:5. Dios hace lo que parece abominable.

¿Por qué esto no es abominable? Romanos 3:26. No es abominable que Dios justifique al impío que confía en él, por dos razones:

a) Cristo derramó su sangre para cancelar la culpa de nuestro delito. Romanos 5:9. Pero eso es sólo la remoción del pecado. No nos declara justos. Cancelar nuestros fracasos en mantener la ley no es lo mismo que declararnos guardadores de la ley. Si el banco le declarara perdonadas sus deudas, no es lo mismo que lo declarara rico. Así también, cancelar nuestros pecados, no es lo mismo que declararnos justos. La cancelación debe ocurrir. Eso es esencial a la justificación. Pero hay más. Existe otra razón por lo que no es abominable que Dios justifique al impío por la fe.

b) Cristo completó la obediencia que se convierte en nuestra justificación. La justificación no es simplemente la cancelación de nuestra injusticia. Es también el traspaso a nosotros de la justicia de Cristo. No tenemos una rectitud que nos ponga bien con Dios. Romanos 5:19. Es la justicia de Cristo. Dios nos la traspasa. Eso quiere decir que Cristo cumplió toda justicia perfectamente; y esa justicia la toma en cuenta como nuestra cuando confiamos en Él. Somos contados como justos.

Dios miró la perfecta justicia de Cristo y nos declaró justos con la justicia de Cristo.

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