24 de noviembre de 2008


Un día emprendí un viaje

Tania Cruzat, MUC Providencia


Un día emprendí un viaje.
No sabía con exactitud, el destino, el tiempo, ni qué debía llevar, ni con quién iría, ni con quién me iba a encontrar.
A lo lejos escuché…
Viaje, eterno.
Precio, gracia.
Acompañante, uno fiel.

Sonó interesante, quizás un poco freak para el momento, mas en ese instante, no quise escatimar en tanto detalle. Mi corazón dolido, quebrantado y agitado, necesitaba un break y esto para mi alma viajera, corazón apasionado y mente aperrada, calzaba perfectamente.

Después de haber emprendido el viaje, y luego de que la parsimonia recorrió todo mi ser, comencé a comprender las peripecias del viaje y… asombrada con cada parada, no podía contener tanto quebrantamiento, realmente Él era diferente, Su hermosa presencia y Su gran amor me embargaba profundamente.

Alguien me amaba incondicionalmente, guauuu!!! No lo podía creer.

Actualmente, ya con varias millas recorridas, mas no las suficientes, doy gracias a Dios por cada momento, cada proceso y cada etapa vivida con Él (y por todas aquellas que vendrán), realmente mi vida a tomado forma y ha encontrado su sentido. Y quiero más, siii, definitivamente quiero llegar al final.

El camino muchas veces se ha tornado áspero, difícil, agotador, con ganas de querer soltar todo, parar, quizás un relajo, unas vacaciones no vendrían mal, pensamientos estorbadores, ofrecen variados y encantadores tours, no obstante, su destino final es vagar y vagar para luego llegar a la muerte.




Entonces me detengo, olvido el “yo”, le presto atención, escucho Su voz, leo Su palabra… renovador, qué refrigerio!!!, recobro fuerzas, me levanto, me deleito en Su presencia, Su cuidado fiel, Su amor y Sus manos dedicadas en su obra, despiertan mi dormido corazón y alejan los sentimientos de desesperación.

No sé cuanto quedará, ni qué nos preparan los caminos del Señor, sin embargo, mi esperanza está en Él. Es tan grande e incomparable, que no podría estar, ni ir a otro lugar mejor que no fuese Su presencia. ¡Oh, Señor! Clava estas palabras en mi corazón.

Hoy con ciertos procesos de compunción, pero con un corazón que está siendo restaurado, consolado, puedo decir libremente… Gracias Señor porque tú tienes el control.

Sé que también ustedes mis queridos amigos, han tenido pruebas, dificultades y tratos que pasar, pero vamos, continuemos, no nos saquemos la camiseta del Señor, no nos bajemos a medio camino, tal vez suene un poco vulgar, pero aperremos por el Señor!!! Queda harto por recorrer y un gran destino al cual llegar…

LA VIDA ETERNA… nos espera.

«Pon tu esperanza en el SEÑOR; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el SEÑOR!». Salmo 27:14. Nueva Versión Internacional (NVI)

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