18 de agosto de 2008


La Gran Fiesta

Por Francisca Reyes
PEC Providencia

Hace 2 semanas, Rodrigo y yo nos comprometimos ante Dios y nuestra Iglesia, para casarnos. La gente estaba muy sorprendida y emocionada. Dentro de la ceremonia, además de declarar nuestro compromiso, Rodrigo me entregó como prenda un anillo, que lo tendré hasta el día de nuestro matrimonio.



Al final, se nos acercaron casi todos a abrazarnos y bendecirnos. No sé si alguna vez había recibido tantas bendiciones juntas. La emoción y gozo que experimenté en ese momento eran sencillamente, enormes.

Ahora, estamos en el período en que tenemos que definir y ajustar muchos detalles: la forma de la ceremonia, el lugar, la decoración, el vestido, maquillaje, peinado, el traje, los partes, la comida. Tengo que hermosearme, santificarme, guardarme, etc, etc, etc. Todo esto sin perder de vista el motivo de nuestro festejo, y la preocupación y preparación espiritual que éste merece. Eso es... es un período de preparación.

Es emocionante…persona con la que me encuentro me recuerda, feliz, la etapa en la que estoy. Me preguntan cómo va todo, que cómo será la ceremonia, que cómo me siento, que si iremos de luna de miel. En el distrito, ahora el saludo es ¿cómo está la novia? O de pronto, alguna amiga me mira y sólo dice llena de emoción “¡¡te vas a casar!!” o “¡¡te ves radiante!!” Mis amigas que aún no conocen a Cristo, están contentas, pero a la vez un poco asustadas y sin comprender mucho la importancia de casarse y de que es para siempre. Ya he contado las semanas que faltan, son muy pocas, el tiempo sigue avanzando y queda mucho por hacer.

Es como un cuento en que el príncipe viene, me rescata, me conoce, se enamora, se compromete y luego, espera el día de la ceremonia y la unión eterna. Y, por supuesto, el final es feliz.


Fue hace sólo una semana, cuando, en un viaje en bus a la V región, comprendí la realidad: SOY NOVIA!! Estaba en un asiento al lado del pasillo, con mi chaqueta y mi mochila en el asiento del lado. Mientras disfrutaba del paisaje, escuchaba música de Marcos Vidal e intercalaba esto con leer algunos versículos de la Biblia, de pronto escuché la suave y cálida voz de Dios susurrándome:
“¿sabes lo que significa ser novia?”
Pensé un poco y bueno…Su novia es la Iglesia, es decir, todos nosotros!! ¿Nos sentimos realmente así? ¿Nos estamos preparando para cuando venga Cristo a “desposarnos”?

Él vino a la tierra para que conociéramos la verdad; Su verdad, Su amor, gracia, misericordia y poder. Vino para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (Jn. 10:10). Vino para hacerse hombre y padecer las aflicciones de la carne sin dejar de ser Dios. Vino para vencer, y venció a la muerte en la cruz. ¿Has imaginado cómo debe haber sido tener la experiencia de Conocerle cara a cara, de haberle dado un abrazo, de haber llorado con Él, de haber cenado en Su presencia, de haber caminado largas horas escuchando Sus enseñanzas, de haberte reído con Él? ¿Cómo habrá sido vivir el milagro de Su resurrección?

Cuando Jesús estaba con sus discípulos, les advirtió que se iría y que mientras esperaran por su regreso, les dejaría al Espíritu Santo para consolarlos. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Jn. 14: 16-18).

El Señor resucitó y está vivo, y todo lo que no pudimos apreciar de Él en carne y hueso, hoy lo podemos percibir en el Espíritu. Eso me parece en sí mismo un milagro; es maravilloso saber que vive en nuestro corazón; es un privilegio cuando entramos en Su presencia.


Y cuando Jesús regrese, en gloria y majestad, habrá fiestas; fiestas especiales, con un nombre especial; estas fiestas se llaman “bodas del Cordero” y para ese entonces, el Espíritu Santo ya se habrá ido de la tierra. Ya no tendremos la “prenda” que dejó Jesús, porque entonces vendrá Él a buscarnos ¿a quienes? A nosotros!! Y ¿quiénes somos nosotros? Su Iglesia, Su esposa!! “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (Ap.19:7).

Pues entonces preparémonos; pensemos en cada detalle, en cómo está nuestro corazón, en las cosas que estamos haciendo, en nuestras prioridades, en nuestra comunión con Dios. Preocupémonos de hermosearnos, santificarnos y guardarnos. Debiéramos sentir esa gran emoción de estar esperando a nuestro “esposo”, de gozarnos y ayudarnos en la espera, de llenarnos unos a otros de bendiciones y de preocuparnos solamente de prepararnos para aquel día y para nuestra “luna de miel” eterna.

Aprovechemos este corto tiempo que nos queda para compartir esta alegría, para que los que aún no saben todo esto, sean partícipes de nuestra felicidad y de este gran milagro, y para que los que ya lo saben, lo recuerden. Ó ¿acaso cuando nos vamos a casar o cuando tenemos una muy buena noticia, la guardamos y callamos o nos avergonzamos de anunciarla? Ó ¿nuestro rostro está tenso y apagado? Ó ¿nuestras aflicciones nos apartan del Señor?

Disfrutemos juntos nuestro noviazgo y gocémonos en la espera de nuestro único, maravilloso y gran Esposo.

Ahora comprendo.

Bendiciones

Francisca Reyes

Design by Dzelque Blogger Templates 2008

CENLIMI Providencia - escríbenos: cenlimiprovidencia@gmail.com